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¿Sabías que un mantenimiento deficiente y la falta de ventilación, desinfección e higiene de los aparatos de aire acondicionado puede suponer un gran riesgo para la salud? Entre otras cosas, puede provocar irritación de nariz y garganta, sequedad de ojos, enfermedades respiratorias, nauseas, bronquitis, asma, somnolencia, apatía y estrés.

La cuestión es que, hoy en día, pasamos mucho tiempo en edificios cerrado donde se pueden llegar a acumular muchos contaminantes, humos y malos olores provenientes de los materiales que se usan actualmente en la construcción, como tinturas, barnices, pinturas o pegamentos. Pero también los elementos tapizados como las cortinas, las alfombras, las moquetas y otros tejidos pueden contaminar el aire de los locales y edificios cerrados, llegando a afectar gravemente a la salud de sus inquilinos.

Todos estos elementos irritantes y contaminantes pueden ser eliminados mediante un sistema de aire acondicionado y de ventilación que funcione de manera eficiente. No obstante, si esto no sucede, puede crearse el caldo de cultivo perfecto para la proliferación de bacterias patógenas, microorganismos, hongos, levaduras y virus. Es lo que se conoce como el «síndrome del edificio enfermo».

Un buen ejemplo de ello es una epidemia ocurrida en el Hotel Bellevue-Strafford de Filadelfia durante una convención de la Legión Americana en 1977, donde se descubrió que la legionella se había expandido a través de los conductos del aire acondicionado, dando lugar a numerosos casos de neumonía.

¿Cómo prevenir el síndrome del edificio enfermo?

Los principales focos de contaminación dentro de un edificio son el propio aire exterior, los sistemas de filtración, los sistemas de refrigeración, las humidificaciones, los materiales porosos y el aire interior de los locales. Afortunadamente, existen medidas de prevención que pueden ayudarnos a evitar todos estos efectos tan negativos para la salud humana.

  • Colocar las tomas de aire exterior de manera que no permitan la reentrada de los aerosoles producidos en las torres de refrigeración.

 

  • Utilizar prefiltros y filtros con una eficacia de retención de más del 80%. Es fundamental que los filtros sean reemplazados de manera periódica para que sigan funcionando correctamente.

 

  • Mantener una humedad de aire inferior al 70% en los espacios ocupados y en los plenos de baja velocidad de aire.

 

  • Proporcionar suficiente aire fresco de ventilación, respetando las recomendaciones técnicas y estándares relacionados con el tema.

 

  • Evitar la acumulación de agua estancada en los sistemas de refrigeración, colocando sistemas de drenaje constante.

 

  • Mantener el edificio a ligera presión positiva para reducir las infiltraciones del aire por sitios no controlados.
  • Arreglar rápidamente cualquier fuga de agua, tanto dentro del sistema de climatización o ventilación como del resto del edificio.

 

  • Contar con accesos idóneos para controlar la entrada de materia articulada.

 

  • Apostar por humidificadores de vapor que usen vapor de agua como fuente de humedad, a ser posible de vapor seco.

 

  • Establecer programas de mantenimiento, registrando todas las acciones que se vayan realizando y su frecuencia. Pero también es importante prestar atención a los humidificadores y torres de refrigeración.